Durante los Juegos Olímpicos de
Montreal una de las más grandes sorpresas tuvo lugar en la final de natación de
4x100 metros libres femeninos. El equipo de la Alemania Democrática, que
contaba con los mejores registros, acabó siendo superado por las
norteamericanas, pese a que, una por una, todas tenían peores marcas que las
alemanas.
El mundo del deporte por equipos no para
de darnos ejemplos parecidos en su grado más elemental y directo en plena
competición. Matemáticamente no tiene explicación, porque gracias a esta
complicidad un colectivo de personas puede llegar a rendir en conjunto mucho
más que la suma de sus rendimientos por separado. El visionario Richard
Buckminster le dio el nombre de sinergia.
Todo se basa en un sistema de apoyo mutuo,
donde la influencia de uno estimula y acrecienta la actuación del otro en
constante superación. La sinergia
nace de la unión de fuerzas, del sacrificio del individuo en beneficio del grupo
y la identificación en un proyecto común preciso. Son las claves del éxito.
La sinergia
también puede desarrollarse en el mundo laboral. Una observación: cuando en un trabajo
cada uno se limita a cumplir con el papel asignado se da el primer paso hacia
el fracaso.