No hay que poner en duda la buena
intención con que muchos expertos nos aconsejan buenos hábitos de vida para
garantizarnos una buena salud. No es solo cuestión de consumir alimentos sanos,
sino también distribuir el tiempo a lo largo del día repartido entre trabajo,
descanso, relaciones personales y atenciones a uno mismo.
De las 24 horas descartamos ocho para
dormir. El resto se cubre con la jornada laboral, desplazamientos, ejercicio
físico, comidas sanas, labores domésticas, vida social y familiar y las
imprescindibles lecturas. De verdad, si realizamos todo esto diariamente con
los tiempos aconsejados, necesitaríamos unas 30 horas o caeríamos fulminados
por el estrés intentando cumplir con todo sin conseguir nada.
Dada la imposibilidad, recortaremos de
las horas de descanso, suprimiremos el ejercicio físico, dependeremos de las
comidas rápidas, no atenderemos debidamente la casa, ni a la familia ni a los
amigos, pasaremos de la lectura... En consecuencia, tendremos al perfecto desgraciado
solitario abandonado de su familia y sus amistades, propenso a padecer enfermedades
cardiovasculares y sufrir una profunda depresión...
Eso o programar nuestra agenda diaria
como mejor podamos.