martes, 16 de diciembre de 2014

Populismo


         El populismo dentro de la política ha encontrado un espacio idóneo para camuflar y confundir todo tipo de ideologías, algunas de ellas sumamente peligrosas y otras totalmente irresponsables. No en vano, se entiende que los populistas son aquellos políticos que representan y defienden las aspiraciones e intereses del pueblo.

         Por un lado están los populistas que con habilidad generan un mensaje personal o minoritario que debidamente divulgado, aumentado y cuantificado lo reetiquetan y cubren de populismo mediante orquestadas manifestaciones y movimientos de masas. Posteriormente lo retoman y, ya respaldados por un sector enfervorecido de la población, legitiman sus intenciones. Las consecuencias son nefastas.
        
         También están aquellos que de manera más impulsiva, improvisada y dependiendo del momento son capaces de movilizar sectores de la sociedad que surgen automatizados a su llamada. Oportunistas ellos generan una espiral de actuaciones que con el tiempo les sobrepasa y les envuelve hasta aceptar que han perdido todo control.

         Es evidente que toda política populista, por definición, al pretender un respaldo espontáneo de la mayoría popular elude la razón y la justicia, mantiene una línea revanchista por encima de la reivindicativa y solo da cuenta de las consecuencias inmediatas ya que su capacidad de previsión a largo plazo es ciega.


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