En cierta ocasión, realizando un test
psicológico encontré una pregunta, quizá la única, interesante: ¿Hace usted caso de las voces que escucha? Respondiese lo que respondiese, tanto afirmativa como negativamente, tanto con
un siempre, con frecuencia, a veces
como nunca, en todos los casos se deducía
que sí escuchaba voces.
Debe de ser cierto, según este test y
para la Psicología moderna, que todos escuchamos voces interiores, con las que
dialogamos, recibimos consejos e incluso órdenes. Debe de ser que todos estamos
al borde de una esquizofrenia pandémica y constantemente estamos enredando
nuestros pensamientos con esas voces que resuenan por nuestra mente.
Y es que esas voces deambulantes y
resbaladizas que recorren nuestras circunvoluciones cerebrales sí existen. Al
menos siempre han existido para los escritores, para los poetas y para todo
aquel que ha pretendido entender la realidad desde prismas y concepciones
diferentes. Y solo unos pocos elegidos han logrado discernir su único
pensamiento de esas voces para plasmarlo con acierto en la amplitud del
ejercicio literario. Aunque sea a costa de arriesgarse a ser un auténtico
esquizofrénico.
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