sábado, 22 de noviembre de 2014

Deudas


Durante el primer cuarto del s. XIX Honorato de Balzac, gran escritor y pésimo negociante francés, publicó El arte de pagar sus deudas sin gastar un céntimo. En esta obra precapitalista nos presenta un mundo basado en el desequilibrio, caracterizado por un desigual reparto de la riqueza, de las necesidades y de las inquietudes para sobrevivir.

Balzac no pretendía ninguna revolución, pese a lo grotesco de su título, sino dar sentido a una economía que asfixiaba a los emprendedores. Porque la riqueza en poder de unos pocos satisfechos significa el hambre para los demás. Y precisamente las carencias estimulan el ingenio para sobrevivir. Así mediante un sistema de préstamos y deudas se ponen en movimiento los recursos y se provoca forzosamente un reparto más equitativo. Hay una única condición: proteger al deudor, porque si falla jamás se podrá cobrar la deuda.

El mundo moderno sigue dividiéndose en prestamistas y deudores. Pero han roto ese círculo que Balzac defendía. Hoy los bancos desahucian, expropian y embargan a quienes no pueden afrontar los préstamos concedidos. Y lo hacen bien arropados pues saben que el Estado saldará esa deuda a costa de desangrar la indefensa clase media y acrecentar el hambre de los pobres. Aunque todo alcanza su límite.




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