Los noticieros de televisión siguen anunciando con
reiteración la llegada de turistas como una bendición económica. Insisten
constantemente en el porcentaje de plazas hoteleras cubiertas, en el consumo en
bares y restaurantes y... Todos vienen dispuestos a dejarse el dinero a cambio
de encontrar lo que sus países de origen no les pueden ofrecer: sol, siesta, paella,
sangría, toros...
No hay otro objetivo que contrarrestar la deprimente
realidad que ofrecemos en los campos de la tecnología y la investigación,
además de fomentar cierta autocomplacencia entre la gente. No en vano, el
sector servicios facilita trabajo eventual al grupo menos preparado
profesionalmente de la población, lo que maquilla la estadística de empleo del
país.
Pasan los años, se renuevan las generaciones, se
suceden los gobiernos... y esto sigue igual. Lo mejor que podemos ofrecer al
mundo es nuestra ubicación geográfica. Los más avispados le llaman industria
turística, por la fuente de ingresos que dicen genera. Y los más tontos se
creen afortunados.