jueves, 23 de octubre de 2014

Trenes


         Importa mucho cómo va uno sentado en un tren. Ir mirando en el sentido de la marcha o de espaldas aparentemente no debe modificar el paisaje. En el sentido estricto se ve la misma cantidad de paisaje. Pero no se aprecia de la misma manera.

         Quien lo recibe de cara tiene la impresión de que el trayecto se desarrolla con normalidad, que los árboles vienen a uno, que las casas se le ofrecen y que uno mismo se integra en medio del paisaje. Por contra, sentado en sentido inverso todo se escapa, aparecen los árboles sin avisar y se alejan apenas han sido vistos, las casas son bultos que toman forma cuando ya empiezan a perderse. Es más, el primer viajero entiende que cada vez está más cerca del lugar al que pretende llegar, mientras que el segundo piensa que cada vez está más lejos de donde partió.

         También la vida se puede percibir como un viaje en tren. Los acontecimientos nos llegan de cara o por sorpresa. Los vemos venir o nos golpean. Hay gente que tiene muy claros sus ideales, sus objetivos y hay gente que mira con nostalgia o con rencor su pasado, enredándose de tal manera que cuando roza una oportunidad, esta ya se ha perdido.

         Lo más importante es saber cómo vamos sentados.


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