Supongo que cada vez hay menos gente en España que le preocupe la situación del Sahara Occidental. Las generaciones millennials, tiktokers y los influidos por los influencers no sabrían ni ubicarlo en el mapa de África. Sin embargo el Sahara Occidental es en gran parte nuestra responsabilidad. Quizá sea un mea culpa histórico que la democracia española nunca supo afrontar y disimuló con un postureo de tímida reivindicación de los derechos humanos y la autodeterminación de los pueblos. Es decir, lo que se le negó en su hora y se le niega ahora al pueblo saharaui.
domingo, 20 de marzo de 2022
EL SAHARA OCCIDENTAL
lunes, 7 de marzo de 2022
AYUDAS
Cuando los tiempos difíciles superan incluso la peor de las previsiones las ayudas, aunque se limiten a intenciones, son todas bienvenidas. Hoy Ucrania es la necesitada y el gesto solidario de muchos españoles ennoblece a nuestra sociedad. Sin embargo este esfuerzo por querer asistir a una población mayoritariamente indefensa tiene su principal problema en su mejor virtud.
Ha sido una reacción espontánea, directa. Por prensa y televisión estamos viendo a gente que se ha subido en su coche y ha marchado hasta Polonia para atender a esos refugiados y ofrecerles cobijo aquí en España. Gente que incluso cede su propia casa para que se puedan reponer del horror bajo un techo… Loable y admirable todo… pero en medio de una improvisación y una descoordinación que la diluye en actos individuales, en pequeñas hazañas que por desgracia no tienen la repercusión deseada: atender al necesitado.
Ni siquiera las ONG que están actuando se coordinan entre sí. Y es necesario establecer una coordinación única que dirija y marque las acciones de tal manera que el esfuerzo desinteresado de todas estas buenas personas tenga mejor provecho y beneficie a cuantos más refugiados, mejor. Hace falta un grupo especializado para intervenir en estas situaciones para no dejarlo en la buena voluntad e iniciativa individual que por inexperta en más de una ocasión llega a ser perjudicial.
Lo cierto es que desde aquí, mientras nuestros responsables debatan sobre sí o no intervenir con armamentos, habrá que hacer algo, aunque sea ir a por esas pobres gentes y llevarles una manta y una taza de caldo… que están sufriendo de verdad.