lunes, 29 de septiembre de 2014

Censura


         George Orwell estaba muy preocupado por los mecanismos de estado para controlar el pensamiento del individuo a través de la información. En 1984, novela clarividente, el Partido creaba cargos y hasta un ministerio que controlaba todo lo que podía a llegar al público. Describía la censura perfecta.

         Aldous Huxley, en cambio, ahondando en la naturaleza humana, encontró que el principal censor es uno mismo, que no quiere informarse de lo que no le gusta. Por eso en Un mundo feliz el buen funcionamiento de la sociedad se respaldaba en la estabilidad de un individuo debidamente educado que rechace todo aquello que le perturbe.

         Las democracias más avanzadas, siguiendo la idea de Huxley, no necesitan perseguir la disidencia ni las posturas críticas, pues no suponen ningún peligro mientas no haya un público interesado. Cierto es que sus mecanismos de control no alcanzan la perfección de los ejemplos literarios, aunque si les superan en perversión, porque potenciando una sociedad sobre el ocio y la ignorancia jamás tendrán a gente dispuesta a analizar y criticar las circunstancias que le presionen sus movimientos y condicionen arbitrariamente su libertad.
        
         No hace falta censura cuando el que no quiere ver se siente más cómodo en su ceguera.


viernes, 26 de septiembre de 2014

Almagro


         Almagro es uno de esos ejemplos en el que una población sumida en casi el olvido, a partir de un hallazgo casual da un giro en su destino y lo asume como una seña de identidad. Lo admirable del caso está en que Almagro apuesta por la cultura para proyectarse internacionalmente.

Mientras la mayoría de las villas costeras explotan una imagen del ocio por el ocio a base de sol, playa y mucha fiesta, Almagro ha sabido aprovechar la pequeña lotería que le tocó en el año 1950, cuando, durante unas obras de reforma de una vieja posada, se localizó muy bien conservado un corral de comedias (actualmente el más antiguo de Europa).

         Restaurado y recuperado para el teatro el antiguo corral de comedias fue adquiriendo importancia y reconocimiento dentro del contexto nacional. Desde 1979 es sede del Festival Internacional de Teatro Clásico de Almagro, donde participan las más importantes compañías para satisfacción de un público culto, respetuoso y amante del arte que llega procedente de todas partes del mundo.

         En esas representaciones se reviven obras de nuestros más grandes clásicos como Lope de Vega, Calderón de la Barca, Tirso de Molina, Miguel de Cervantes junto con otros significativos autores extranjeros.
        
         Almagro se desmarca así de poblaciones que se dan a conocer con fiestas como la tomatina, el cipotegato, y las aberrantes celebraciones en las que se maltratan animales hasta la muerte.


martes, 23 de septiembre de 2014

Himnos


         Los himnos, como las banderas, se rinden al peso de su historia. Emblemas sonoros que bajo el cuerpo de unos acordes son cantados por enardecidos patriotas con la mano sobre el corazón en señal de respeto, o mejor dicho devoción.

         Tienen un reglamento, un uso oficial que envuelve a las autoridades de cada país, a sus ejércitos... y a los deportistas. Porque los himnos en su versión más popular, donde de verdad se cantan, donde de verdad compiten, es en los grandes acontecimientos deportivos. La melodía es vomitada por los altavoces, el público la amplifica y como en un microondas acaba atravesando la piel hasta alcanzar la médula.

         Los deportistas, sustitutos de los grandes ejércitos decimonónicos, gracias a esa inyección anímica entienden que encarnan, cual alegoría, el espíritu patrio. Gracias a esa ceremonia entran en la cancha jaleados para pelear por una bandera, para representar a un pueblo y para demostrar al mundo los valores de su tierra.

         Los himnos, así entendidos, constituyen el reclamo incruento de las grandes gestas épicas de la antigüedad clásica.

Solo una cuestión: ¿Si todos los seres humanos somos iguales, hacen falta los himnos?



sábado, 20 de septiembre de 2014

Limbo


El limbo fue diseñado por la teología como un lugar en el más allá sin dueño ni señor, donde iban a parar las almas inocentes no bautizadas que no merecían el infierno. Hace unos años se cansaron de ese mito y el limbo se esfumó del catecismo con la misma indefinición con la que había aparecido.

Una lástima, porque el limbo sigue existiendo. Y está tan cerca de nosotros que con relativa frecuencia acudimos a él. Recibe numerosos nombres, según culturas y territorios: mente en blanco, estar en Babia... pero todas coinciden en que es el lugar donde la razón se refugia de la realidad después de logar desprenderse de ella.

No hay que llevarse a engaño: en ese limbo no se vive. Nos hablan y no escuchamos, tenemos los ojos abiertos y no vemos y ni se piensa ni se decide. Porque se trata de una especie de tierra de nadie donde se desconecta hasta de uno mismo. Ir a ese limbo es un viaje sin contenido del que regresamos con el mismo bagaje con que partimos: nada.

         Existe, sí. Pero nadie sabe lo que hay allí. Todo un misterio.


miércoles, 17 de septiembre de 2014

Burbujas


El vuelo de una burbuja de jabón, lento y solemne hipnotiza con una fantasía refractante de caprichosa e inestable luminosidad hasta que a los pocos segundos se desintegra. Esas frágiles burbujas muestran un encanto ajeno a la realidad. Desaparecen cuando queremos tocarlas, cuando queremos hacerlas nuestras.

         En la vida también algunos tienen su propia pompa de jabón que con su magia es capaz de envolverlos y hacerles entrar en otra realidad. En ella, en lugar de ingrávidos colores se cruzan ilusiones con deseos dentro de oníricos encuentros entre amantes. Son auténticas burbujas que se aíslan de una realidad monótona, asfixiante y densa, que se evaden de miedos y temores.

         Algunos llegan a vivir tan intensamente dentro de esa esfera cristalina que desafían la ley de la gravedad e imaginan hacerla suya y poder trasladarla al mundo real. Olvidan que estaban jugando con una burbuja fugaz, pasajera y esquiva. Roto el encanto, se dan cuenta de que todo lo que había en ella era un espejismo. A veces demasiado tarde. A veces de forma muy cruel. Y siempre de manera muy triste.


domingo, 14 de septiembre de 2014

Dar la vida (por el otro)


         Inevitablemente cuando dos enamorados se juran amor eterno suelen confirmarlo diciendo que serían capaces de dar la vida el uno por el otro, como señal de una entrega mutua absoluta. Visto así, desde el idilio de los enamorados, una relación se tinta de romanticismo, mas, entrados en el día a día no deja de ser una frase tópica y bastante vacía.

         Acaso dar la vida sería arrojarse al mar por el otro tras ser arrebatado por una ola o entrar en un edificio en llamas sabiendo que ha quedado atrapado. Pero no, dar la vida no es una gesta heroica que muestre los extremos del amor. De esos actos heroicos tenemos todos los días ejemplos, donde anónimos héroes se arriesgan por desconocidos, sin esperar nada más a cambio que la satisfacción de haber ayudado.

         No, para dos que se amen, dar la vida debe ser un compromiso diario, un cada día, un cada momento. No hacen falta las heroicidades. Vivir teniendo presente en todo instante que se quiere a una persona para siempre. Y ese desafío, lamentablemente, es mucho más difícil de cumplir.


jueves, 11 de septiembre de 2014

Opio


Los filósofos occidentales denunciaron en su momento el efecto opiáceo de la religión sobre los sectores desfavorecidos. Ese mensaje de amor y resignación, junto a las promesas de una vida mejor en el otro mundo, adormecían el espíritu y calmaban el dolor de las injusticias. Se evitaba así tomar conciencia de clase oprimida.

Y en estos tiempos en que el materialismo y el consumismo han desplazado a la religión, los intelectuales modernos reconocen esa función tranquilizante en una cultura del ocio y la diversión. Así se justificaría que se hayan incrementado los eventos deportivos o se hayan multiplicado las macrofiestas, inocuas actividades masificadas ambas que gozan no solo del beneplácito del estado sino de su respaldo más directo

Dado que todo apunta a que sea un recurso mecánico y fácil del poder para distraer a las masas llegamos a la conclusión de que se trata de una cuestión no de sustancia, sino de esencia. En efecto, también podemos entender que es la plebe la que busca evadirse y distraerse para confiar el gobierno de su destino a aquellos que la prefieren mansa y dormida.



lunes, 8 de septiembre de 2014

Fetiches


Los grandes escritores despiertan la admiración en el mundo de la cultura y el pensamiento por sus planteamientos, sus aportaciones y fundamentalmente por sus obras. Se inmortalizan gracias a que sus palabras se escapan de la materia y el tiempo y llegan directamente a la mente de los lectores. Podríamos prescindir de los manuscritos originales y seguir degustando su arte a través de los nuevos formatos.

Sin embargo, existe un público que da un paso atrás. Hay gente que junto a la admiración profesada además exige un nexo material. Como si a través de ese objeto la comunicación entre autor y lector pudiese ser más estrecha. Y al igual que los peregrinos medievales rozaban con las reliquias de santos la inmortalidad, hoy se amontonan en librerías destacadas y grandes almacenes colas de pacientes feligreses esperando por llevarse un ejemplar firmado de la última publicación de su venerado autor.

Es ley de vida: la esencia del pensamiento tampoco se escapa del circo del mercado. La búsqueda del fetiche se ha convertido en un negocio más y la importancia de las obras se contabiliza por las ventas alcanzadas, no por la influencia con que inspirará a las siguientes generaciones. Los escritores son conscientes de ello y por eso someten sus creaciones al ritmo de una fama que les permita enriquecerse.



viernes, 5 de septiembre de 2014

Errores


        El sentido del humor con que entendía la vida Edward A Murphy se tradujo en una de las leyes no científicas más populares de la historia de la humanidad: lo que pueda salir mal, saldrá mal. La Ley de Murphy tiene una estrecha relación con la Teoría del error inicial que sostiene que algo que va mal fallaba incluso antes de empezar.

        La idea no va desencaminada. Pongamos el caso de esa gente que llega tarde a todos sitios. Además el retraso es acumulativo. Siempre va de prisa, acelerada, pero llega tarde igual. Es evidente que el error inicial estuvo en la hora de salir de casa. Por uno u otro motivo se produce todos los días, en todo momento y parece que sea algo irremediable, pese a que los malos hábitos son corregibles.

        No difiere el caso de aquellos cuyas relaciones sentimentales van de tumbo en tumbo y decepción en decepción. Siempre se enamoran de la persona equivocada y tras el fogonazo inicial el desencanto llama a la ruptura. Y volver empezar. Aquí también podemos aplicar la Teoría del error inicial porque seguro que el fallo principal está en su manera de entender el amor.


martes, 2 de septiembre de 2014

Centro


         Los cobardes ideológicamente se refugian en el centro. Teóricamente ese punto de moderación debe abarcar el equilibrio de posturas tratando de seleccionar lo mejor de la izquierda y de la derecha y postulando una tolerancia, siempre falsa, entre las dos tendencias opuestas. Mero artificio creado por la política para que los ciudadanos tengan un terreno electoral donde divagar indecisos.

         Los intelectuales se cansaron durante la Guerra Fría de elegir entre las dos superpotencias y buscaron una tercera vía. Algo que no estuviese en el centro, que no dependiese de los vaivenes de fuerza y acierto económico de un mundo cada vez más difícil de entender. Por eso tanto Mao, Fidel Castro o el propio Gandhi recibieron su apoyo. Lamentablemente no fueron los mejores ejemplos, lo cual no impide que algunos insistan en la búsqueda de alternativas para inquietud de los gobiernos acomodados.

         El centro es el vórtice de un torbellino donde sucumben las inquietudes de los que no son radicales. En este centro que proponen los partidos políticos se generan las frustraciones y el desencanto por falta de iniciativas. Para colmo en el juego de nuestra enferma democracia, es el centro, según se incline este sumidero de dudas, el que da o quita el gobierno.