lunes, 31 de mayo de 2021

¿AstraZeneca, Pfeizer o ninguna de las dos?


Día 547º de la pandemia del Covid-19. Continúo asintomático y sin vacunar. Apurando plazos y después de manejar tres opciones –AstraZeneca, Pfeizer o ninguna de las dos- y tras haber realizado un seguimiento científico –con lagunas metodológicas muy graves- a través del Instituto de Salud Calos III la decisión oficial que ha tomado el Gobierno es, como mínimo, digna de admiración: se vacunará con Pfeizer, aunque el paciente puede solicitar AstraZeneca… además de tener la opción, en el caso de renuncia a seguir con las pautas, de no recibir una segunda dosis. Dicho esto con otras palabras: ahora es el paciente el que tiene que decidir si repite con AstraZeneca, o elige Pfeizer o interrumpe su proceso de vacunación. Es decir, la misma pregunta que se hacía el Gobierno si bien ahora traspasada sobre el individuo a través de las solventes y eficaces Comunidades Autónomas. ¿Para esto tanto tiempo?

 La incompetencia del Ministerio de Salud y los distintos responsables de todas, absolutamente todas, autoridades sanitarias autonómicas queda en máxima evidencia. En la práctica han demostrado su falta de rigor ante una sociedad con la que se comprometieron. Son solo burócratas que modifican y adaptan presupuestos económicos según soplen los vientos y tendencias sociales, que en política ante los ciudadanos presentan como optimizaciones o adaptaciones de los presupuestos generales y que nosotros sufrimos como recortes en Sanidad.

 Solo hay una posible explicación para entender por qué apoya el Gobierno que sea cada uno con su propia decisión -firmada- quien solucione el problema de la segunda dosis para los que recibieron la primera de AstraZeneca: el miedo al escándalo público. Un miedo a un escándalo que hoy sienten lejos porque cuentan con unos medios de comunicación colaboracionistas, capaces incluso de ocultar la información sobre las muertes causadas por la vacuna anglo sueca. Porque la salud de los ciudadanos, nuestra salud, está claro que no importa tanto al Ministerio de Salud.

viernes, 30 de abril de 2021

Pastoreo

 

El origen del pastoreo se remonta al neolítico. El primitivo cazador vio que acompañando rebaños en su búsqueda de nuevos pastos se garantizaba una serie de beneficios (alimento, pieles…) reduciendo su esfuerzo notablemente. El paso siguiente fue la domesticación de esos animales que se sometieron con relativa facilidad: con ello el hombre, que pasó de cazador a pastor, se responsabilizaba de encontrar mejores pastos y abrevaderos a cambio de unas concesiones.

 Para el rebaño era una situación altamente beneficiosa: ya no tenía que temer los ataques de los depredadores porque el pastor se encargaba de protegerlos; ya no dependía del las rutas establecidas para buscar el alimento porque el pastor era capaz de encontrar nuevos recursos; ya no tenía que refugiarse improvisadamente de las inclemencias del tiempo porque el pastor le resguardaba en su establo, incluso ya no temía a las enfermedades porque el pastor buscaría su cura… y como es lógico, a cambio de protección, alimento, refugio y salud el pastor se cobraba su pequeño precio: la producción de leche, su lana y, lo más doloroso, de vez en cuando el sacrificio de algún miembro del rebaño.

 Ya no estamos en el neolítico, sin embargo la idea de rebaño dirigido por pastores sigue vigente. Para el colectivo sigue siendo más ventajoso sentirse protegido. Por eso se rinde a las exigencias de su pastor, que incluye, entre otras, una resignada aceptación de la pérdida de algunos individuos. Porque el pastor ha sabido grabar en la mente de su rebaño que es mucho mayor el beneficio que el riesgo.

lunes, 19 de abril de 2021

El coro del silencio

Día 506º de la pandemia del Covid-19. Continúo asintomático y sin vacunar. En lo que llevamos de mes me hago dos preguntas: ¿cuánta gente se está negando a recibir la AstraZeneca? Y ¿Cómo están evolucionando los vacunados con ese producto?

Lo mínimo que podemos pedir a la prensa es que informe y que lo haga con veracidad. Manipular una noticia o evitar difundirla supone dar la espalda a ese sacro compromiso que contrajo con la sociedad. Porque por encima de todo su obligación es informar y exigir transparencia a los responsables de los hechos. Pero henos aquí que nuestra prensa ha decidido en pleno alinearse con el poder establecido y se ha decantado por una sumisión colaboracionista que recuerda aquella que sostenía a la dictadura.

Así tenemos una campaña coral que presiona sobre los ciudadanos para que transijan y se vacunen con ese experimento fallido que es AstraZeneca. Desde que se retomó la vacunación generalizada las noticias ofrecen imágenes de gente feliz que sale con el deber cumplido en beneficio de todos pues ha superado sus miedos y ha seguido los consejos de esos expertos que cínicamente minimizan los riesgos -o sea, muertes- ante el provecho general.

Volviendo a las dos cuestiones iniciales, la consejera de salud de la Comunidad Valenciana ha tenido la desfachatez de decir que todavía es temprano -y ha pasado más de un mes- para valorar el porcentaje de rechazo entre la gente, dejando de lado que han sido las propias autoridades españolas, todas a la vez, las que restringieron la franja de edad -¿es que no es buena para todo el mundo?- e interrumpieron -sin haber dado todavía ninguna solución a los cientos de miles que recibieron solo la primera dosis- el proceso de vacunación por dos veces -¿por miedo? ¿Por precaución? ¿Por desconfianza en AstraZeneca?  ¿O porque sí tiene informes que así lo prescriben?-. A su vez, en España ha habido ya cinco fallecidos -más de cuarenta en Europa- y numerosos hospitalizados, todos reducidos en prensa a reseñas escuetas donde un se está investigando esa posible relación... parece suficiente para ese coro de colaboracionista.

Finalmente, para enredar la situación quieren utilizar a favor de AstraZeneca los seis casos de trombosis -ningún fallecido- de Janssen, cuando lo que están consiguiendo es que la desconfianza general se amplíe a la vacuna de Johnson & Johnson.

Todavía estoy esperando que alguien desde un medio rompa este coro del silencio y con fuerza diga claramente que la mayoría de la gente sí quiere vacunarse… con garantías. Señores del Gobierno y autoridades sanitarias, esfuércense en conseguir las dosis de las vacunas que sí están funcionando porque sí hay más opciones de las que -¿intencionadamente?- nos están proponiendo a la fuerza.

jueves, 8 de abril de 2021

El probado/posible vínculo

 

Día 486º de la pandemia del Covid-19. Continúo asintomático y sin vacunar. No lo hice cuando me convocaron. Sigo percibiendo un tufo de ocultismo en torno a AstraZeneca que invita más que a desconfiar a rechazarla totalmente.

Si anteayer el presidente de todos los españoles, el señor Sánchez, nos animaba a vacunarnos con este producto pues no tenía ninguna duda de su seguridad, ayer mismo la EMA –European Medicines Agency-, en un tímido comunicado reconoció un posible vínculo entre la vacuna y las trombosis que ha causado la muerte a más de treinta personas. Todo queda a expensas de nuevos estudios que aclaren esa hipotética relación y mientras tanto, recomienda seguir inoculando Astra/Zeneca, ahora Vaxzevria, dado que es mucho mayor el beneficio que el riesgo, frase que se repite con la frecuencia de un estribillo en una mala canción.

Solo voy a remarcar unos hechos por orden cronológico. Es suficiente. Hace ocho días el Sitko (instituto regulador oficial de vacunas en Alemania) confirmó la asociación vacuna/trombosis. Marco Cavalieri, jefe de estrategia de vacunas de la EMA, primero no desdijo ese informe filtrando él mismo a los pocos días a los medios que reconocía esa relación. Pocas horas después el Sr. Sánchez manifestaba su total confianza en AstraZeneca y al día siguiente era la EMA la que suavizaba el mensaje de Cavalieri con el término posible vinculación además de su ya comentada recomendación.

Solo una interpretación de las frías estadísticas podría justificar que se mantuviese la vacunación con AstraZeneca. Un beneficio que no contrarresta a esos más de treinta fallecidos, muertes que se podían haber evitado si se les hubiese inoculado otra vacuna. Y ahí está el engaño, porque AstraZeneca no es la única solución para combatir el Covid-19. Es la peor con diferencia y si se mantiene es porque algunos salen beneficiados, no todos, solo algunos, y tengo la impresión de que son pocos.

Es muy importante que se pueda elegir… entonces sí, el beneficio será general y para todos.

sábado, 3 de abril de 2021

¡Es mi cuerpo, yo decido!

 Día 481º de la pandemia del Covid-19. Continúo asintomático y sin vacunar. En estos diez días transcurridos desde mi regreso las preguntas que hacía al aire respecto a AstraZeneca se han ido reformando a partir de las noticias recogidas en prensa.

Una de las novedades más significativas es el cambio de nombre. Ya no será AstraZeneca sino que pasará a llamarse Vaxzevria. Así, de un plumazo, responden a la opacidad informativa que se denunciaba. Lo malo para el laboratorio es que surge otra nueva pregunta: ¿Cambio de nombre… para ocultar lo que ya empezó mal? Pintar un casa sin arreglar las tuberías con desperfectos es el recurso de las inmobiliarias que estafan a sus clientes. Esta jugada es puro cinismo.

A esto he de añadir que hace dos días recibí un mensaje de mis autoridades sanitarias que me emplazan para ser vacunado con AstraZeneca el próximo 6 de este mes. ¡Qué manera de jugar con la salud de la gente! En estos diez últimos días Reino Unido ha reconocido treinta casos de trombosis, en Francia hay otros cinco de los que han fallecido dos y Holanda, tras la muerte de una persona por trombosis han vuelto a modificar el rango de edad de administración de esta vacuna… Aquí cierran los ojos ¡y me envían un aviso para que participe en esta lotería de la vida!

La EMA sigue sin querer relacionar estos casos mortales con la AstraZeneca/Vaxzevria aunque la UE ya ha dejado caer que para el segundo semestre de este año se dejará de administrar. Sospecho que hay un pacto encubierto para dar salida a las existencias ya fabricadas. De ahí que en mi ciudad, donde no se ha vacunado todavía a la gente entre 70 y 80 años, saltándose ese rango, están convocando de manera acelerada a los nacidos en 1956 y 1957, aumentando la presión social para que la gente acuda a vacunarse.

Con la excusa de que no hay más existencias, las autoridades españolas, además de protegerse con la coartada que la EMA les facilita, niegan la opción de elegir el tipo de vacuna. Se olvidan de un principio elemental al que desde aquí apelo: ¡Es mi cuerpo, yo decido!

miércoles, 24 de marzo de 2021

AstraZeneca

 

Día 471º de la pandemia del Covid-19. Continúo asintomático y sin vacunar. Desde el último texto publicado en este blog hasta hoy han pasado suficientes acontecimientos como para haber roto este descanso con justificación. He controlado mi impulso comunicativo porque de una manera u otra había quien expresaba unas ideas próximas a mis planteamientos y no era cuestión de reiterarse.

Con el tema de la vacunación con AstraZeneca estoy echando en falta esa voz decidida que explique mejor la situación y no se esconda detrás de interesados informes de la farmacéutica, gobiernos implicados y la falsa neutralidad de la OMS y ahora la EMA.

Los datos están al alcance de todos: AstraZeneca está relacionada con la muerte de muchas personas en el mundo. Es cuestión de tiempo para que nos llegue una información oficial fidedigna. Lo malo es que se hará pública dentro de unos años, cuando todo esta polémica solo tenga repercusión en los juzgados que fijarán una indemnización a las víctimas. Como sucedió con los hemofílicos infectados de VIH entre 1981 y 1995 en uno de los mayores escándalos de connivencia entre farmacéuticas y gobiernos. Solo en España se calcula que hubo 1800 infectados a los que la multinacional Baxter trató de silenciar con una indemnización de 24 millones de euros para que no llevasen su caso a los juzgados.

Con la vacuna de AstraZeneca se están repitiendo las mismas fases y, por desgracia, los mismos argumentos. A los que añadimos detalles que solo muestran ocultación de información.

Uno se pregunta por qué esos cambios tan improvisados en los grupos de edad para aplicar la vacuna; por qué, si es tan segura, todos los gobiernos suspendieron su campaña y en menos de una semana programaron su reactivación; por qué se exige al receptor de la vacuna que firme un cuestionario donde declara ser consciente de los riesgos que corre y asume al vacunarse; por qué se niega con vehemencia las evidencias que relacionan las muertes por trombosis con la recepción de la vacuna… Y lo que es peor… uno se pregunta por qué desde la máxima autoridad de Sanidad se presiona, especialmente al colectivo de profesores, afirmando que quien no acepte AstraZeneca no será vacunado por el momento.

Son demasiadas preguntas. No me gustaría que me las respondiesen dentro de quince o veinte años tratando de silenciar a mis familiares con una indemnización.