lunes, 22 de diciembre de 2014

Navidad


         Hablar sobre la Navidad requiere un enorme esfuerzo si uno pretende evitar tópicos. El Paz y amor para los hombres de buena voluntad se enfrenta en desproporcionada desventaja contra el consumismo disparado y disparatado. Y sustentando ese espíritu navideño, cómo no, la familia unida al menos una vez al año. Pero detrás de esa imperturbable imagen navideña de calor familiar, paz y armonía se esconden múltiples mensajes encriptados y distorsionados.

         Dejemos a un lado la asimilación que el cristianismo aplicó sobre la pagana fiesta del nacimiento del Deus Sol Invictus. Aquello fue una sustitución de símbolos religiosos, reconvertidos desde el seno del poder de Roma, para discernir una nueva clase sacerdotal que apoyaba al triunfante Constantino de la que había respaldado al derrotado Majencio.

         Hoy los que huyen de estas fiestas son los derrotados por Navidad. Los califican de misántropos, amargados o solitarios. Pero tan solo es gente que no se somete a esa dulce vorágine festiva y se escapa de una estrategia impuesta desde los medios oficiales.

Respetemos, pues, a quienes viven al margen de esta feria. No es cuestión de ir en contra de la Navidad, sino que se trata de reclamar algo tan sencillo como el derecho a sentir y comportarse libremente, sin imperativos sociales.


No hay comentarios: