Para
amar solo hace falta que uno ame. Nada más. Se puede amar en secreto, en
silencio, a distancia... sin que la persona amada se percate. Se puede amar
incluso sin el consentimiento del otro, incluso contra su voluntad. Y aunque el
amante sea rechazado, el amor le seguirá consumiendo.
En
cambio, la amistad obligatoriamente exige una reciprocidad. Los amigos se
reconocen mutuamente. Hay amistades inmediatas, fulminantes. Con todo las
amistades más trascendentes nacen de un afecto forjado por el tiempo, por las
circunstancias, por la lealtad y el desinterés. Es un vínculo que se renueva
prácticamente a diario y se consolida con el paso de los años.
Aristóteles
explicaba que sin amistad no se puede vivir. Los amigos hacen falta tanto en la
prosperidad como en el infortunio. A lo que podemos añadir que lo que
engrandece a una persona es la calidad de los amigos que reúne a lo largo de su
vida. Y no olvidemos que los amigos se eligen.
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