¡Qué difícil se me hace concebir que
haya gente que busque la guerra para resolver sus diferencias!... La guerra o
la violencia, que igual da. Pero por muy estrecha que tenga mi mente, hay que aceptar que existe
ese tipo de personas que la llevan a cabo. Y lo peor es que hacen daño, mucho
daño. Ucrania es una página más de esta historia que mata. Repito,
duele la guerra y mucho más cuando es una idea inaceptable, inconcebible para
la gran mayoría de los seres humanos. Lo peor no es solo el dolor, que es puro
sentimiento. Lo peor es que además los hay que creen que sacarán beneficio de
esa guerra, que invirtiendo en ella saldrán ganando. Y no, en la guerra perdemos todos…
TODOS. Incluidos los que piensan que la van a ganar.
El presidente de Rusia -prefiero no
nombrarlo- está imponiendo la superioridad técnica de su aparato bélico sobre
Ucrania. No es ninguna gesta, es puro cálculo elemental. Y olvida una premisa: el
triunfo militar es pasajero… tan circunstancial como efímero. Porque luego
viene el desgaste, el mismo que echó a los norteamericanos de Afganistán. Una
resistencia afgana, no lo olvidemos, alimentada por armamento ruso.
Ahora las tornas se cambian. Es
evidente que la OTAN tratará de evitar el conflicto directo. Le sale más
rentable ver cómo Rusia aumenta su descrédito en el mundo mostrando los muertos
y los destrozos en Ucrania. La OTAN no querrá intervenir, preferirá armar una
resistencia en Ucrania para provocar el desgaste y la desmoralización en los
rusos. Cada día que se prolongue el conflicto es un triunfo para la OTAN. Porque
a la OTAN tampoco le importa ni el dolor ni el daño de la gente.