Sabido es que la Asociación de Academias de la Lengua Española realiza un extraordinario trabajo para el
mayor conocimiento de este idioma en todos los aspectos: lingüístico, sociológico,
cultural... siendo la confección del Diccionario
quizá la obra con mayor divulgación y con mayor atención por parte del público.
Un buen diccionario debe explicar, que
no omitir ni prescribir, todos los términos que una persona podría encontrar en
el uso del idioma para facilitar su comprensión. Por definición, un buen
diccionario debe reflejar los diferentes significados que una misma voz podría
adquirir según qué contextos tanto lingüísticos como extralingüísticos.
Por tanto, un buen diccionario debe
advertir a quien lo consulte que algunas palabras toman connotaciones
xenófobas, racistas o machistas según se utilicen. Como es el caso de hombre público (político), golfo (pillo), perro (vago) o fulano
(desconocido) en masculino,
mientras que en femenino mujer pública,
golfa, perra o fulana todas
estas acepciones van a parar a la misma actividad. En todos los casos un buen
diccionario debe advertir que hay ciertos usos del masculino que no se
corresponden de igual manera con el femenino.
Exigiendo un trato de igualdad, protestan
grupos feministas por estas observaciones y tachan la publicación de machista por mantenerlas.
Pues neguemos esa diferencia y valgan por igual los dos géneros. De todas
formas yo llamo zorros a los hombres astutos, y a las mujeres astutas... astutas.
Para qué asumir riesgos innecesarios.
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