miércoles, 24 de marzo de 2021

AstraZeneca

 

Día 471º de la pandemia del Covid-19. Continúo asintomático y sin vacunar. Desde el último texto publicado en este blog hasta hoy han pasado suficientes acontecimientos como para haber roto este descanso con justificación. He controlado mi impulso comunicativo porque de una manera u otra había quien expresaba unas ideas próximas a mis planteamientos y no era cuestión de reiterarse.

Con el tema de la vacunación con AstraZeneca estoy echando en falta esa voz decidida que explique mejor la situación y no se esconda detrás de interesados informes de la farmacéutica, gobiernos implicados y la falsa neutralidad de la OMS y ahora la EMA.

Los datos están al alcance de todos: AstraZeneca está relacionada con la muerte de muchas personas en el mundo. Es cuestión de tiempo para que nos llegue una información oficial fidedigna. Lo malo es que se hará pública dentro de unos años, cuando todo esta polémica solo tenga repercusión en los juzgados que fijarán una indemnización a las víctimas. Como sucedió con los hemofílicos infectados de VIH entre 1981 y 1995 en uno de los mayores escándalos de connivencia entre farmacéuticas y gobiernos. Solo en España se calcula que hubo 1800 infectados a los que la multinacional Baxter trató de silenciar con una indemnización de 24 millones de euros para que no llevasen su caso a los juzgados.

Con la vacuna de AstraZeneca se están repitiendo las mismas fases y, por desgracia, los mismos argumentos. A los que añadimos detalles que solo muestran ocultación de información.

Uno se pregunta por qué esos cambios tan improvisados en los grupos de edad para aplicar la vacuna; por qué, si es tan segura, todos los gobiernos suspendieron su campaña y en menos de una semana programaron su reactivación; por qué se exige al receptor de la vacuna que firme un cuestionario donde declara ser consciente de los riesgos que corre y asume al vacunarse; por qué se niega con vehemencia las evidencias que relacionan las muertes por trombosis con la recepción de la vacuna… Y lo que es peor… uno se pregunta por qué desde la máxima autoridad de Sanidad se presiona, especialmente al colectivo de profesores, afirmando que quien no acepte AstraZeneca no será vacunado por el momento.

Son demasiadas preguntas. No me gustaría que me las respondiesen dentro de quince o veinte años tratando de silenciar a mis familiares con una indemnización.