Día 471º de la pandemia del Covid-19. Continúo asintomático y sin vacunar. Desde el último texto publicado en este blog hasta hoy han pasado suficientes acontecimientos como para haber roto este descanso con justificación. He controlado mi impulso comunicativo porque de una manera u otra había quien expresaba unas ideas próximas a mis planteamientos y no era cuestión de reiterarse.
Con el tema de la vacunación
con AstraZeneca estoy echando en falta esa voz decidida que explique mejor la
situación y no se esconda detrás de interesados informes de la farmacéutica,
gobiernos implicados y la falsa neutralidad de la OMS y ahora la EMA.
Los datos están al alcance
de todos: AstraZeneca está relacionada con la muerte de muchas personas en el
mundo. Es cuestión de tiempo para que nos llegue una información oficial
fidedigna. Lo malo es que se hará pública dentro de unos años, cuando todo esta
polémica solo tenga repercusión en los juzgados que fijarán una indemnización a
las víctimas. Como sucedió con los hemofílicos infectados de VIH entre 1981 y
1995 en uno de los mayores escándalos de connivencia entre farmacéuticas y
gobiernos. Solo en España se calcula que hubo 1800 infectados a los que la
multinacional Baxter trató de silenciar con una indemnización de 24 millones de
euros para que no llevasen su caso a los juzgados.
Con la vacuna de
AstraZeneca se están repitiendo las mismas fases y, por desgracia, los mismos
argumentos. A los que añadimos detalles que solo muestran ocultación de
información.
Uno se pregunta por qué
esos cambios tan improvisados en los grupos de edad para aplicar la vacuna; por
qué, si es tan segura, todos los gobiernos suspendieron su campaña y en menos
de una semana programaron su reactivación; por qué se exige al receptor de la
vacuna que firme un cuestionario donde declara ser consciente de los riesgos
que corre y asume al vacunarse; por qué se niega con vehemencia las evidencias
que relacionan las muertes por trombosis con la recepción de la vacuna… Y lo que
es peor… uno se pregunta por qué desde la máxima autoridad de Sanidad se
presiona, especialmente al colectivo de profesores, afirmando que quien no acepte
AstraZeneca no será vacunado por el momento.
Son demasiadas preguntas. No
me gustaría que me las respondiesen dentro de quince o veinte años tratando de
silenciar a mis familiares con una indemnización.