martes, 14 de octubre de 2014

La Historia


No podemos encontrar disciplina humanística más cruel que la Historia. Nacida para retener el pasado, mantener vivos sus protagonistas y válidos sus documentos, la Historia pelea inútilmente contra la perspectiva de los años y una despiadada confusión previa al olvido en esta desmemoriada humanidad.

Simplemente nos basta con mirar que los tres mil años del Antiguo Egipto se condensan en un único tema de los libros de texto en secundaria. O El Sacro Imperio Romano-Germánico al que se le concede una sucinta referencia anecdótica dentro de la infinidad de eventos de la Europa Medieval. No hace falta forzar la imaginación para prever que dentro de no muchos años la II Guerra Mundial, con sus 55 millones de fallecidos, sea explicada de pasada y Vietnam desaparezca definitivamente de la memoria de los estadounidenses y del mundo entero.

Es evidente que nuestra sociedad prefiere hacer de manera inconsciente su propia historia. Una historia más puntual y con menos trascendencia. Una historia que se escriba en un día y se olvide al día siguiente. Una historia que no aburra y que no anuncie que el pueblo que ignora los errores del pasado está condenado a repetirlos, porque hay quien está interesado en ello.


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