martes, 2 de septiembre de 2014

Centro


         Los cobardes ideológicamente se refugian en el centro. Teóricamente ese punto de moderación debe abarcar el equilibrio de posturas tratando de seleccionar lo mejor de la izquierda y de la derecha y postulando una tolerancia, siempre falsa, entre las dos tendencias opuestas. Mero artificio creado por la política para que los ciudadanos tengan un terreno electoral donde divagar indecisos.

         Los intelectuales se cansaron durante la Guerra Fría de elegir entre las dos superpotencias y buscaron una tercera vía. Algo que no estuviese en el centro, que no dependiese de los vaivenes de fuerza y acierto económico de un mundo cada vez más difícil de entender. Por eso tanto Mao, Fidel Castro o el propio Gandhi recibieron su apoyo. Lamentablemente no fueron los mejores ejemplos, lo cual no impide que algunos insistan en la búsqueda de alternativas para inquietud de los gobiernos acomodados.

         El centro es el vórtice de un torbellino donde sucumben las inquietudes de los que no son radicales. En este centro que proponen los partidos políticos se generan las frustraciones y el desencanto por falta de iniciativas. Para colmo en el juego de nuestra enferma democracia, es el centro, según se incline este sumidero de dudas, el que da o quita el gobierno.



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