sábado, 13 de diciembre de 2014

Diecisiete


Cuando uno cumple diecisiete años no se puede ser serio. Mal asunto ser serio. Ni serio, ni respetuoso, ni reverente... no se puede cuando uno cumple diecisiete años. Porque cuando uno cumple diecisiete años no tiene pasado, todavía no debe tenerlo, o al menos no debería pesarle. Solo tiene futuro.

La seriedad llega con la gravedad de los años, el respeto con la cautela y, si con el paso del tiempo no se ha marchitado en demasía la imaginación, sobrevive la irreverencia. Por eso, a los diecisiete años no se puede tener obstáculos que impidan responder a la llamada de la curiosidad y la aventura. Dichosos diecisiete años que permiten tomar impulso para volar por primera vez.

Con diecisiete años solo hace falta saber que se tiene diecisiete años. Que el mundo entero está ahí delante esperando. Que con diecisiete años todo está por alcanzar, todo por vivir, todo. Solo hay que prepararse para responder al desafío de los diecisiete años... porque cuando se es mayor de edad ya no se puede volver a tener diecisiete años, y lo que es peor: hay que ir a votar.


No hay comentarios: