Día 175º de la pandemia del Covid-19. Continúo asintomático. La situación en Madrid no parece que haya cambiado mucho en los últimos 20 días. Siguen apuntándose los mismos problemas. En Madrid tenemos un buen ejemplo de cómo se aplican los criterios. Reconocerles el paso a la fase 1 significa o que esos criterios no valían para nada antes, porque la rectificación los anula; o no sirven para nada ahora porque supuestamente ante los mismos parámetros deberían extraerse las mismas conclusiones.
Una rectificación más que da una sensación de caos, que se multiplica con las imágenes que nos pueden llegar desde la Barceloneta, o la Concha o desde las terrazas de bares que tengo frente a mi ventana. Da la impresión de que eso de las fases restrictivas era solo para el sector con mayor repercusión económica: control sobre locales en general, el pequeño comercio y el turismo -incluida la cuarentena para quien quiera entrar en España-. Para el resto rige el libre albedrío.
Y en este revoltijo tenemos estigmatizados a los niños y a los ancianos por franjas horarias, aterrado al personal de Sanidad expectante ante el ineludible rebrote y totalmente marginado al personal de Educación que cada vez que habla su ministra reacciona con una sonrisa semejante al de la escultura griega del periodo arcaico, por no reproducir los llantos de la plañidera María Magdalena de la imaginería barroca. Eso sin nombrar a los chinos que viven en España, porque nadie los nombra.
Sigamos confiando en nuestras autoridades (porque no ha otras).
Una rectificación más que da una sensación de caos, que se multiplica con las imágenes que nos pueden llegar desde la Barceloneta, o la Concha o desde las terrazas de bares que tengo frente a mi ventana. Da la impresión de que eso de las fases restrictivas era solo para el sector con mayor repercusión económica: control sobre locales en general, el pequeño comercio y el turismo -incluida la cuarentena para quien quiera entrar en España-. Para el resto rige el libre albedrío.
Y en este revoltijo tenemos estigmatizados a los niños y a los ancianos por franjas horarias, aterrado al personal de Sanidad expectante ante el ineludible rebrote y totalmente marginado al personal de Educación que cada vez que habla su ministra reacciona con una sonrisa semejante al de la escultura griega del periodo arcaico, por no reproducir los llantos de la plañidera María Magdalena de la imaginería barroca. Eso sin nombrar a los chinos que viven en España, porque nadie los nombra.
Sigamos confiando en nuestras autoridades (porque no ha otras).
No hay comentarios:
Publicar un comentario