jueves, 30 de abril de 2015

Nepal


         La reciente tragedia que ha azotado el Nepal nos invita a hacer pequeñas reflexiones en voz alta para tratar de colocar a cada uno en su sitio.

         Por un lado este remoto país sirve de ejemplo para aquellos que basan su futuro en la economía del servil turismo. Desde que la gente del primer mundo pone a prueba su aburrimiento con retos extremos, ascender al Everest y montes próximos ha significado una fuente de ingresos que habrá dado de malcomer a muchos, enriquecido a pocos y no ha revertido en nada en los servicios locales. Se repite la triste historia para los pobres

         En cambio, mejor parado queda el gobierno español que en doble frente ha respondido enviando las primeras ayudas para atender a los damnificados y a su vez ha montado un servicio de repatriación para los turistas españoles facilitándoles el regreso sin dilaciones. Algo ha funcionado bien.

         ¿Y los medios de comunicación? Encantados con la distorsión informativa: la mayor preocupación se centra en localizar a esos montañeros españoles desaparecidos... porque los diez mil muertos y millones de damnificados ni ven nuestra televisión ni compran nuestros periódicos.

         Lo mismo que con el tsunami de 2004. Hay cosas que no cambian.



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