Día 164º de la pandemia del Covid-19. Continúo asintomático. Ayer pudimos ver por televisión la diferencia de las Españas a dos velocidades. Los informativos se centraban en la reapertura de tiendas y bares, así como la recuperación de las reuniones familiares o de amigos. Una fiesta que cerraba sus puertas a la otra mitad de españoles, castigados a seguir sufriendo la fase 0.
La polémica división, lejos de calmarse sigue en alto porque falla de base y en casi todos los sentidos la información. Por ejemplo, ayer lunes el señor Simón nos alegró al manifestar que solo se había contabilizado 373 nuevos casos. Lo malo es que el número total de infectados respecto al domingo había ascendido en 3046. Repito: de domingo a lunes el total declarado de afectados aumentaba en 3046 casos, pero las cuentas del ilustre epidemiólogo daban 373 nuevos casos. Sé que con estos números, si doy estos resultados mi profesor de Matemáticas me suspende seguro. El resto, esos 2673, los difumina embutidos con calzador en los días anteriores y así cierra cuentas.
Es lógico que las Comunidades Autónomas se encrespen contra un Ministerio de Sanidad tan incompetente y maniatado. Más ahora que la presión económica es casi tan agobiante como la salud, pues para qué sobrevivir a la peste si luego se va a morir de hambre.
Sigamos confiando en nuestras autoridades (porque no hay otras).
La polémica división, lejos de calmarse sigue en alto porque falla de base y en casi todos los sentidos la información. Por ejemplo, ayer lunes el señor Simón nos alegró al manifestar que solo se había contabilizado 373 nuevos casos. Lo malo es que el número total de infectados respecto al domingo había ascendido en 3046. Repito: de domingo a lunes el total declarado de afectados aumentaba en 3046 casos, pero las cuentas del ilustre epidemiólogo daban 373 nuevos casos. Sé que con estos números, si doy estos resultados mi profesor de Matemáticas me suspende seguro. El resto, esos 2673, los difumina embutidos con calzador en los días anteriores y así cierra cuentas.
Es lógico que las Comunidades Autónomas se encrespen contra un Ministerio de Sanidad tan incompetente y maniatado. Más ahora que la presión económica es casi tan agobiante como la salud, pues para qué sobrevivir a la peste si luego se va a morir de hambre.
Sigamos confiando en nuestras autoridades (porque no hay otras).
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