Día 199º de la pandemia del Covid-19. Continúo asintomático.
A lo largo de todo este tiempo el Gobierno se ha movido con sutileza dejando
que las interpretaciones se apoderasen de los hechos. Han elevado los supuestos
a confirmaciones para luego retomar la realidad más tradicional.
Por ejemplo, durante los dos últimos meses la venta de
bicicletas se ha multiplicado en una cantidad sin precedentes, relacionándose
con un cambio en la tendencia gracias a la política del Gobierno. Seguidamente,
tras la crisis del motor y la amenaza real de cierre de fábricas -no solo
Nissan-, se anuncian campañas para incentivar la renovación del parque móvil.
Con el turismo también hemos presenciado un giro
significativo. Sabemos que hay quien desde dentro del Gobierno propone ir
reduciéndolo a lo mínimo posible. La decisión de imponer una cuarentena de
entrada ha podido darles esperanzas... hasta que ha llegado la hora de la
verdad y el turismo extranjero contará con todas las facilidades para tratar de
minimizar las pérdidas del sector en lo que queda de temporada.
Y por señalar otro punto polémico, la tauromaquia.
Inicialmente para regocijo de los antitaurinos el mundo de los toros se quedó fuera de toda ayuda. Sin embargo ahora,
desde Cultura, su ministro, el señor Rodríguez Uribe ha confirmado que no va a
dejar atrás a los profesionales taurinos.
Esto sin olvidar que toreros, picadores y banderilleros han podido tramitar las
prestaciones económicas correspondientes pues están incluidos dentro del ámbito
de artistas en espectáculos públicos.
En otras palabras la nueva
(a)normalidad prevé un mundo con coches, un país entregado al turismo y
conservará el sangriento espectáculo en los cosos taurinos. Más de uno ya puede
tener motivos para sentirse defraudado.
Sigamos confiando en nuestras autoridades (porque no hay
otras).
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