Día 190º de la pandemia del Covid-19. Continúo asintomático.
Mientras en los periódicos proliferan artículos aventurándose en presentarnos
la próxima nueva (a)normalidad, pocos se paran en esbozar qué curso académico
espera a la sociedad española para el 2020-21. Y eso que ahora tenemos dos
ministerios para hacer frente al tema. El ministro de Universidades ha ido a lo
pragmático: exámenes on line y becas
para todos. El silencio de los estudiantes y de sus sindicatos tan ruidosos
otrora no permite diferenciar entre su docilidad y la complicidad con el señor
Castells.
Diferente cuestión se plantea en Primaria y Secundaria. Cada
comunidad autónoma resolverá como pueda. Una de las claves es la aplicación de
la distancia social mínima entre alumnos en el aula. Esta medida conlleva un
aumento en el número de grupos de un 30%, que al compartir el mismo edificio –no
susceptible de ampliación- obligará al establecimiento de turnos (diurno,
vespertino y nocturno). En consecuencia habrá un incremento de la plantilla
docente, que tendrá que soportar una mayor carga lectiva siempre que se
pretenda evitar que el gasto no se dispare más allá de un 25% del presupuesto
anual. Eso sin hablar del improvisado final del presente curso que condicionará
la planificación, programación y objetivos del que viene.
En este sentido me acuerdo mucho de Máximo Huerta, el
ministro más breve que ha conocido la democracia española. De la que se ha
librado él, y posiblemente toda la Enseñanza, por muy mal que lo gestione la
señora Celaá.
Sigamos confiando en nuestras autoridades (porque no hay
otras).
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