martes, 31 de marzo de 2015

Uvas


         El Lazarillo de Tormes, más que una novela picaresca como superficialmente se etiqueta, marca un recorrido sobre la mezquina naturaleza de una sociedad que no entiende de honor. Entre los muy diversos temas que trata, la epopeya del hambre adquiere un carácter mordaz sin haber perdido su línea didáctica pese al transcurso de los años.

         Recordemos el pasaje del racimo de uvas. El ciego había propuesto comerlas de una en una, sin embargo al poco pasó a tomarlas de dos en dos por lo que Lázaro lo hizo de tres en tres. Al acabar el ciego reprendió al mozo por haber hecho trampas ya que pudiendo verle cómo incumplía con lo pactado guardaba silencio. Confirmaba así que el chico tampoco había respetado el trato.

         Por desgracia esa astucia del ciego sigue viva entre los partidos políticos. En la reciente campaña por gobernar Andalucía hemos asistido al reproche recíproco entre los candidatos por su falta de honestidad, implicaciones en fraudes e irregularidades en la gestión económica. Y lo dicen justo ahora, cuando las urnas deben fijar un nuevo reparto, porque mientras unos y otros veían cómo robaban, todos en complicidad callaban.


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