lunes, 16 de marzo de 2015

Referéndum


         A lo largo de la historia las diferencias irreconciliables entre pueblos se han resuelto mediante las guerras. El precio entre destrozos y muertes es cuantioso. Con ello no se elimina el problema; simplemente se amaga alentado en el rencor de los vencidos.

         Durante la Edad Media las disputas feudales, con la idea de reducir esos terribles daños, muchas veces se dilucidaron en duelos entre dos guerreros representantes de sus respectivos reinos. El adolescente Ruy Díaz de Vivar, el histórico Cid, así comenzó su fama al vencer en singular lid al navarro Jimeno Garcés y ganar para Castilla la posesión de la villa de Pazuengos.

         Emulando esos combates entre luchadores, hubo propuestas para resolver conflictos internacionales con boxeadores e incluso equipos deportivos. Hasta que ya en s. XX dieron con la panacea de las soluciones: el referéndum.

         Lo malo de todo referéndum, además de llevar una propuesta inespecífica y manipulada, como las viejas guerras no despeja ningún problema sino que lo confunde en la resignación de los vencidos en espera de una posible revancha. Y eso no siempre evita que los bandos acaben recurriendo a la violencia para hacerse prevalecer.



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