Los eufemismos no corrigen los
defectos, pero según se utilicen los suavizan. Los tontos no saben más por ser disminuidos
mentales, los ciegos no ven más por ser invidentes o los gordos no se aligeran
por ser obesos. Todos siguen con sus mismos problemas. La cuestión es
desarrollar un vocabulario paralelo inspirado en los cultismos, marcado por
perífrasis o rodeos, aunque sean absurdos.
Es posible que los afectados se vean
menos molestos con estos términos y solo por eso se justifica suficientemente
usarlos. No lo es tanto cuando se abusa haciendo que la sustitución de términos
sea tan torpe que solo consigue desplazar la idea inicial.
Vienen al caso propuestas como subsahariano o afroamericano. Ambas aluden al aspecto externo del individuo,
marcando claramente una cualidad que inicialmente y desde un punto de vista
racista es peyorativa. Las dos tratan de tapar la palabra negro y las connotaciones negativas que arrastra.
Sin embargo, tanto subsahariano como afroamericano han heredando el valor connotativo de negro y en breve tiempo perderán su
función eufemística. Además, estas dos soluciones tientan al ingenio para
desarrollar antónimos como nordsahariano o
euroamericano, con lo que no se
avanza nada.
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