viernes, 13 de marzo de 2015

Descargas


Las leyes que dicen proteger la propiedad intelectual han demonizado hasta ilegalizar las populares descargas. Hipócritamente se dictan con la finalidad de defender los derechos de los autores; pero realmente consiguen pisotear de la manera más autoritaria las inquietudes culturales de la gente.

Se han intercambiado los papeles. Antes eran las instituciones oficiales las que facilitaban el acceso a la cultura de manera gratuita. Las bibliotecas estaban a disposición del público al que ofrecían cualquier obra en calidad de préstamo. Con el tiempo también organizaron fonotecas y filmotecas aprovechando las ventajas del CD y del DVD. Entonces el verdadero propietario de la cultura era también su destinatario.

Hay interesados en que los avances tecnológicos no favorezcan la difusión de la cultura. Dudo que hayan errado sus cálculos al permitir el acceso generalizado a la tecnología que permite la duplicación de una manera sistemática y rápida; quizá se les escapó el control del recorrido de esas copias.

         Por eso, combatiendo la libre circulación de las obras protegen solamente a los explotadores del sistema, verdaderos controladores de la producción y divulgación. Porque no hay best-sellers, ni superventas, ni artistas millonarios sin que ellos lo decidan. Ya va siendo hora de que pierdan el dominio de ese mercado.


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