viernes, 3 de abril de 2015

Semana Santa


         El integrismo religioso se manifiesta de diversas maneras. No es exclusivo de ningún credo en particular, pese a que se ponga especial énfasis en denunciarlo si tiene relación con cualquier atentado terrorista. Existen otras formas de expresar públicamente una interpretación radical de las creencias religiosas que también presionan sobre la sociedad porque perviven incrustadas en las costumbres y tradiciones.

         El cristianismo celebra las Pascuas a través de infinidad de ceremonias, rituales y procesiones que pasan, con una alternancia propia de una crisis ciclotímica, desde la tristeza más profunda por la pasión y muerte de Jesús hasta la desbordada alegría de su resurrección. Año tras año. Como si el tiempo no transcurriese y los hechos tuviesen lugar por primera vez en cada ocasión.

         Y no es cuestión de censurar a aquellos que invitan a reflexionar en profundidad sobre el sentido de la vida, porque es un ejercicio muy interesante para la mente. Sino que se trata de hacer observar su integrismo radical a toda esa gente que participa de esas histriónicas crucifixiones en Filipinas, pasando por los picaos que se autoflagelan en La Rioja, sin olvidar ese tétrico Vía crucis junto al Coliseo romano dirigido por el mismo Papa en recuerdo de los mártires cristianos.


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