El mundo de la interpretación se abre a
los sueños de todo aquel quiere llegar a triunfar en la escena. Multitud de
jóvenes se ven seducidos por la imagen de los que protagonizan películas,
actúan en series de televisión y disfrutan de la fama con el calor del público.
Sin embargo el camino que hay que
recorrer hasta el éxito, muchas veces efímero, es duro, complicado y,
sobre todo, lleno de obstáculos generalmente intencionados. Al acabar los
estudios de arte dramático lo más frecuente es no tener trabajo, presentarse a castings ya decididos, soportar a los
hijos de famosos, competir con el intrusismo profesional... Al final, las
oportunidades para un verdadero actor de escuela son muy pocas.
No se puede olvidar que el cine es más
industria que arte y vive de la explotación económica de las películas. Por
eso, para manipular al público que sostiene este negocio se hace necesario
acostumbrarlo a unas caras y a familiarizarlo con unos nombres determinados. Para
ello se trabaja con un número reducido de actores, que por cierto, destacan más
por su imagen que por su calidad interpretativa.
Y así sucede en España, en Francia y en
Hollywood. Y si no te gusta, búscate una producción independiente.
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