domingo, 16 de agosto de 2015

Don Juan


La Literatura ha personificado diversos tipos de irresistibles seductores que han mostrado en pocos trazos cómo las personas sucumben como marionetas ante el amor. Frente a la dolorosa insatisfacción del Don Juan se presenta la alegre lujuria del Casanova. Pasando por alto que el veneciano procede de un texto autobiográfico, tanto uno como otro ciñen su vida al éxito con las mujeres. No son personajes tan opuestos como lo parecen por su origen y comportamiento.

Por sus propias características de ficción Don Juan ha recibido un tratamiento más extenso y variopinto. Muchos hombres han envidiado a ese personaje capaz de hacer sucumbir a la mujer más virtuosa hasta su rendición incondicional con tan solo un gesto o una mirada. Sin embargo, los escritores que versionaron a Don Juan se vieron atraídos por su diabólico comportamiento que lo llevaba, más allá de su naturaleza, de cazador a presa de su propia víctima.

Mas lo que en el fondo reviste de realismo a Don Juan es la relación establecida entre amor y dolor. Nadie tiene a quien ama y, a su vez, todos ignoran lo ya alcanzado en un círculo regido por el impasible destino. Ahí es donde quien sufre el amor de verdad se identifica y por sentencia nunca encuentra consuelo.



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