jueves, 13 de agosto de 2015

Anticatalanismo


El juego de la libertad de opinión puede llegar a ser demasiado complicado. En teoría se rige por un único reglamento: la tolerancia. La tolerancia entendida como todos tenemos un porcentaje de razón y a la vez todos tenemos un porcentaje de error en nuestras ideas. Ahí radica el respeto a la convivencia de opiniones. Tolerancia no significa que quien crea tener la verdad absoluta deba aguantar a quien esté equivocado totalmente.

En pleno ejercicio de esa libertad, ser anticatalanista o mostrarse anticatalanista es manifestarse en contra del catalanismo entendido como pensamiento que exalta los valores diferenciadores de Cataluña respecto a su entorno y llevados a la política tiene como finalidad la creación de un Estado Catalán. Si alguien da preferencia a los valores comunes que Cataluña comparte con las otras regiones de España se tiene que declarar anticatalanista por pura lógica. Esto no significa negar los valores diferenciadores, simplemente se postula, dentro del margen de acierto y error que permite la tolerancia, que reforzando los lazos compartidos el beneficio común es mayor y uno se siente más próximo a quienes residen en Cataluña.

Esta postura tolerante empuja a denunciar aspectos del catalanismo tan manipuladores como la propuesta de un todo o nada absoluto al servicio de sus intereses. No aceptan ningún comentario en su contra. Eso sí es intolerancia.


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