sábado, 22 de agosto de 2015

Infancia


         El proteccionismo desmesurado está ejerciendo tanta presión sobre la educación que ha llegado a pervertir la manera de entender la infancia. Hoy un niño vive en una burbuja de realidad virtual donde se debe evitar cualquier tipo de situación o circunstancia que puedan provocar el menor atisbo de trauma.

         Pero la realidad es más severa: si un niño toma un cuchillo se corta; si ingiere unas pastillas se intoxica y si se asoma por la ventana puede caer. Empeñados en no dejar nada al alcance de los niños, los medios incitan a ocultar la muerte o el dolor alimentando otra perversión: el consentimiento total, creando con ello a un tirano del capricho.

Olvidan que el verdadero aprendizaje se consolida con la experiencia, con el conocimiento del medio, y se madura especialmente con los contratiempos, más si se logran superar con éxito. De lo contrario, se consigue que la infancia, en su sentido más estúpido, se prolongue en la adolescencia y sobrepase edades mayores.

Al final, a falta de personas que hayan madurado, tendremos una sociedad de niños grandes con un grave inconveniente: no habrá adultos que puedan educar a los pequeños.


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