martes, 25 de agosto de 2015

Loterías


         Hay dos tipos de ricos: quien nace en una familia rica y quien desea serlo. Conseguirlo es otra cuestión. Bertrand Russell se preguntaba no falto de ironía ¿de qué serviría hacer rico a todo el mundo, si los ricos también son desgraciados? Sin embargo, en torno a ese ideal, la riqueza, se ha organizado todo un mundo, o mejor dicho varios mundos que son ya parte inherente de nuestra sociedad.

         Si el hecho de nacer se entiende como la primera experiencia aleatoria que tenemos, podemos afirmar que los hijos de ricos ya fueron agraciados en la lotería del nacimiento. Por eso los juegos, sorteos y apuestas son algo así como una segunda oportunidad. Con un golpe de fortuna, un boleto exclusivo elige de entre millones de anónimos humanos a uno que a partir de ese momento entrará a formar parte del envidiado grupo de los ricos.

         Mientras, al igual que supuestamente los no natos flotan en el limbo con la incertidumbre de ser sorteados, los demás deambulamos por el mundo de las limitaciones económicas, consolándonos con ideas como el dinero no da la felicidad y hacer la espera más entretenida.


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