sábado, 30 de noviembre de 2013

Eutanasia


En contra de lo que predican ciertos principios religiosos, el dolor no dignifica a la persona. Ni el dolor, ni la muerte.

 La Medicina, conocedora de sus limitaciones, combate la enfermedad con la intención de prolongar la vida arropada de unas condiciones que respeten la dignidad del paciente. Los actuales medios, aplicados sin escrúpulos, son capaces de retrasar el final casi a su antojo. 

 Cuando el simple esfuerzo de respirar no sirva para infundir el mínimo aliento que se agarre a la vida llega el momento de reconocer que uno no quiere seguir. Nadie está obligado a ser un héroe ni a expiar sus pecados en ningún último sacrificio. De nada sirve prolongar una agonía.

 Si por justicia natural la muerte es consecuencia de la vida, al igual que ejercemos nuestra libertad en cada decisión, también tenemos derecho a elegir la hora final, especialmente cuando las circunstancias apremian y oprimen el cuerpo con un irreversible dolor que tortura el alma.

 

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