jueves, 10 de octubre de 2013

Palabrería



La amplia, diversa y recurrida capacidad de observación que la sociedad hace sobre sí misma se recoge en el refranero de la Lengua Española. No se escapa tema: amores, amistades, familias, oficios, negocios, clima. Corresponden a máximas, dichos, aforismos o proverbios, según las culturas.

Mas prescindir de ellos en el discurso figura entre los numerosos consejos que el Quijote apunta a Sancho, recién nombrado gobernador de la ínsula Barataria. Señala el hidalgo caballero que por su brevedad pueden parecer más disparates que sentencias. Sin embargo, a lo largo del diálogo, su fiel escudero encaja, ensarta y enhila refranes como nadie pueda igualar.

La palabrería política, desoyendo tan sutil apunte, si no refranes exactamente, ha acuñado absurdas expresiones vacías de significado por su desgaste: asuntos de especial relevancia, merecedores de atención prioritaria, con su correspondiente análisis exhaustivo, su pertinente paquete de medidas y las líneas de actuación planteadas, para conseguir, con una posición clara y contundente, y con especial énfasis, a la mayor brevedad posible, dar cumplimiento pleno a la voluntad política de todos los ciudadanos y ciudadanas, en una definitiva apuesta por el futuro.

Nada de nada.

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