Protagonistas de la literatura de misterio,
representan ánimas desgraciadas errantes fuera de su tumba. Proyectan desde el
pasado una sempiterna necesidad de terminar aquello que en vida quedó
inacabado.
Lejos de la ficción y de lleno con nuestro día a día
también recorre nuestras calles y alterna en nuestros puestos de trabajo otro
tipo de fantasmas. Estos, visibles y tangibles, en vez de arrastrar su condena
por pasillos y dependencias de palacios, esconden sus limitaciones detrás de
una imagen. Invierten todos sus esfuerzos en mostrarse a conveniencia,
controlar sus movimientos y ofrecer grandes expectativas.
Muchos de ellos creen que ocultando sus carencias
serán mejor aceptados. No consideran que, al igual que los personajes
literarios, en cuanto alguien les reclame compromiso, su inconsistente figura se
desvanecerá en el aire. Entonces, ya con sus defectos revelados, todos sabrán
que habían estado conviviendo con un fantasma.
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