Las argumentaciones recurren a las cifras como un elemento
de apoyo sólido que corrobora o confirma la idea que se está defendiendo. Las
cifras, además, aportan un criterio objetivo e irrefutable. Hasta ahí alcanza
la teoría. Sin embargo, las cifras, en política, se trasladan a un campo de
batalla a merced de la interpretación y son vencidas por la manipulación.
Hábilmente los medios de comunicación, cuando se
quieren mostrar imparciales tienden, no sin ironía, a facilitar en el caso de
las manifestaciones los datos de asistencia ofrecidos por las diversas fuentes.
Todo depende de quien haya hecho el recuento, si a favor o en contra. Es tan
grande la diferencia que incluso hay quien propone la media aritmética de ambas
versiones para dar una idea de lo que realmente ha podido ser.
Lo peor es la desfachatez con que se puede hacer uso
de dichos números. Una vez superado el acontecimiento, esos registros, siempre
falseados, quedan reflejados en periódicos y demás medios y se imprimen en la
memoria colectiva, que es lo que realmente interesa.
Y es que algunos saben que una cifra vale más que
mil palabras.
No hay comentarios:
Publicar un comentario