martes, 30 de julio de 2013

Ahora



Entendemos el tiempo como una tautología física que literalmente se escapa de nuestro dominio y a veces de nuestra concepción. La precisión con la que lo medimos puede satisfacer a los científicos, lo cual no resuelve mucho al resto de los mortales.

Incapaces de viajar por el tiempo en doble dirección, solamente podemos vivir el presente, el ahora, y sobre él montamos toda nuestra realidad, nuestras angustias, nuestras esperanzas. Es el ahora el que ofrece una perspectiva del pasado; es el ahora el que condiciona la previsión del futuro. Si por algún sitio podemos rozar el tiempo es en el ahora. Toda una ilusión porque físicamente el ahora es un mero punto convencional, carente de espacio y volumen, aunque establezca la insalvable frontera entre sus dos mitades antagónicas.

Nosotros en cada momento convocamos nuestro ahora: una parte de pasado que reside en nuestra memoria y que apunta hacia nuestro futuro. Solo los más hábiles, los que saben controlar ese efímero y móvil punto del tiempo, aprovechan su ahora para que, una vez convertido irreversiblemente en su pasado, beneficie a su futuro.

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