Ilógico: viajar para
encontrarse como en casa, pero con algo totalmente diferente. Así es Nueva York: tierra de todos, tierra sin
dueño.
Capital de la
civilización occidental, lleva más de cien años cautivando todo tipo de
inquietudes. Su fascinante conglomerado de rascacielos es una verdadera coraza
que cubre la ciudad con mayor vitalidad de la Tierra.
Nueva York acoge dos veces al mundo: el burocrático,
conflictivo y contradictorio en el edificio de la Naciones Unidas -proclamado
soberano pero sumiso ante Wall Street- y el versátil, inquieto y prolífico
cosmopolitismo en sus calles. Todo Nueva
York es un tributo al mestizaje de pueblos, lenguas, músicas, estéticas e
ideologías. Vanguardia y pluralidad en su esencia. Nadie es extraño en Nueva York.
Todos los caminos
conducen a Nueva York y de ahí al
mundo.
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