Sospechosamente desde
hace ya bastantes años los informativos televisivos vienen cediendo cada vez
más minutos en sus noticieros para hablar del tiempo.
Caen en una monotonía
cíclica premeditada, ofreciendo imágenes de poblaciones y campos nevados en
invierno, al igual que cálidas y aglomeradas playas en verano. Frecuentan los
tópicos consejos más maternales como abrigarse ante el frío, llevar el paraguas
en época de lluvias o, si hablamos de una ola de calor, beber agua
constantemente, refrescarse e ir por la sombra. El regocijo llega con la
inestabilidad de la primavera o el otoño, cuando las fases de frío y calor se
suceden caprichosamente. Y para no eludir ningún recurso estúpido, suelen citar
al desmemoriado más viejo del lugar que nunca recuerda haber visto nada igual,
comentario más propio de un paciente de Alzheimer que de un climatólogo.
No cabe duda, detrás de
esta información hay un interés político y económico. Por un lado los
responsables colorean con sus ineficaces alertas amarillas, naranjas y rojas el
mapa para tapar su nula inversión en prevención de riesgos y por otro, el sector
de hostelería genera en los consumidores la necesidad de viajar.
Mientras, los
noticieros de televisión reducen su espacio para informar de temas más
trascendentes.
1 comentario:
Veo la primera cadena más por pereza de indagar más en otras que también sé parciales, pero es cierto que se da lo que comentas: que el tiempo ocupa un lugar destacado. Lo había observado pero no se me había ocurrido realizar ninguna interpretación sobre su intencionalidad. No sé, puede ser que entre tanto contenido espurio el tiempo y el deporte sean de lo menos contaminado… De hecho cuando no sabemos qué decir hablamos del tiempo. Tal vez sea eso: que no tenemos muchas cosas que decir. Yo al menos cada vez tengo menos. Y me inquieta…
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