domingo, 28 de abril de 2013

Yo




Yo hago, yo digo, yo pienso, yo creo… yoyoYo: con la misma brevedad que se pronuncia este pronombre se termina conociendo a quien abusa de su uso. Sus preferencias quedan muy bien definidas: primero yo, después yo y, por último, yo. No cabe nadie más.

Esas personas que a todo lo que se le plantea su respuesta empieza por yo, no alcanzan más allá de lo que mide su nariz. Sus relatos no tienen más apertura que un yo. Lo miden todo con yo. Aunque peor es a mí: a mí me gusta, a mí se me ocurre, a mí me pasa… porque además les permite colocarse por encima de cualquier otro. Sus gustos, sus ideas, sus experiencias son absolutas.

Claro que si falsamente es capaz de traspasar su yo, en si yo estuviese en tu lugar, yo haría, yo diría, yo actuaría… con lo que volvemos a encontrarnos con su yo, el que más sabe, mejor habla y se mueve.

Afortunadamente, la vida les puede hacer cambiar. Es ese día en que se levantan, se miran al espejo y se dan cuenta de que yo es un aislado imbécil. De todas formas, les cuesta mucho.

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