jueves, 25 de abril de 2013

Milagros




Solamente los creyentes reconocen la existencia de los milagros. Extraoficialmente los incrédulos también esperan que sucedan. Y es que detrás de cada milagro hay un deseo, una voluntad, una predisposición a superar de forma inexplicable una irreversible adversidad.

Cualquier suceso que rebata la capacidad de justificación científica es propiamente un milagro. Por lógica, los milagros no deberían suceder, pero suceden. Y he aquí la gracia de estos fenómenos. Porque ante tales acontecimientos siempre surgen quienes bendicen al santo intercesor frente al silencio del escéptico, reducido a un observador sin respuesta.

Cierto es que, según la ciencia avanza, el espacio para los milagros se reduce porque las explicaciones de estos fenómenos se hacen más certeras. Siguiendo esta dirección, habrá un día en que ya no sucedan los milagros. Cuando llegue ese día la humanidad habrá completado un ciclo histórico. Ahora, mientras sigamos sin tener respuestas, tendremos que seguir esperando a que se produzca algún milagro, que cambie el rumbo del destino y eluda lo inevitable.

No hay comentarios: