sábado, 13 de abril de 2013

Tumbos




Dar tumbos no es tan malo como creemos. En la vida todos damos tumbos, demasiados a nuestro parecer, porque sencillamente es parte de vivir.

Pensamos que existe gente con las ideas firmes, que ofrecen una gran seguridad y enfocan su vida con determinación. Idealizamos a esas personas que parece que lo tienen todo muy claro. Y en eso nos quedamos, en esa imagen que interpretamos, ya que a la hora de la verdad, cuando las conocemos más de cerca, encontramos también sus inseguridades, sus dudas.

Cada tumbo que damos cierra una experiencia acumulada. Cada tumbo asimilado aporta un grado de madurez, un nuevo referente de juicio. Cada tumbo nos abre otra perspectiva. Y en ello está la clave, en saber discernir entre optar por un giro necesario en el sentido de la vida o mantener una posición que no acaba de convencernos.

Mejor seguir dando tumbos antes que rendirnos aceptando propuestas convencionales en las que no nos encontramos identificados.

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