lunes, 1 de abril de 2013

Cuerpos




El culto al cuerpo, muchas veces entendido por belleza, se ha manifestado a lo largo de la historia en todas las civilizaciones conocidas. De siempre dividió a la sociedad en contrarios y partidarios. Y no cambian los planteamientos, tan solo se adaptan a los nuevos tiempos.

Los argumentos esgrimidos por quienes se oponen son casi interminables. Los más contundentes giran en torno al materialismo predominante en nuestra sociedad, la idolatría del sexo o la exaltación de la banalidad. Críticas que se ceban principalmente en las mujeres, clasificadas en operadas  o naturales, y en las enfermedades que inconscientemente se relacionan con la estética como son la anorexia, la bulimia o la vigorexia.

Posiblemente detrás de tanto rechazo, además de un gran desconocimiento del tema, subyacen unos principios religiosos, una misoginia ancestral o, incluso, un desprecio general al mundo en que viven.

Pongamos a cada uno en su sitio. El cuerpo humano no es un valor ecológico donde lo natural deba ser protegido por encima de todo. Siempre fue modificado de manera artificial: pigmentaciones, tatuajes, disciplina… y actualmente la cirugía. No cambian los planteamientos, sí las técnicas.

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