La vida
es eso: vida. No hace falta más para
entenderla.
Religiones, filosofías, grandes pensadores y mejores
escritores han tratado de encerrar este concepto entre enunciados, definiciones
e incluso obras literarias. Desde un don divino hasta la ilusión, la sombra o la
ficción de Calderón.
Nos la dan nada más nacer. Es la única propiedad que
nos acompaña inseparable mientras vivimos, pero una vez cumplida, se va, se nos
va.
Y la vida
se escapa, se nos sigue escapando por momentos. Es más fácil vivir que entender
la vida. Es más, quizá saber qué es
la vida solo sea un cúmulo de
vivencias y por eso, solo cuando la notamos sabemos que estamos vivos.
Tal vez el origen de la vida sea una casualidad y en cambio busquemos sentido a todo lo que
nos ocurre en ella. Posiblemente la vida
sea tan simple como el breve, muy breve período en que un conjunto de moléculas
cobran conciencia propia para más tarde desvanecerse y reintegrarse con el
resto de la materia.
Acaso lo más grande de la vida es que con vivirla ya tengamos suficiente.
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