Si tuviésemos raíces
seríamos vegetales. Y no va con segundas.
Parafraseadas sobre el ser humano, las raíces son los lazos que nos atan a la
tierra y al pasado. Nos transmiten una falsa certeza sobre nuestro origen y nos
hacen creer en la legitimidad de nuestros ancestros. En otras palabras, son
condicionantes abstractos del pasado sobre nuestro entorno presente.
Lo que podría ser una idílica relación entre el
individuo y el grupo, no deja de ser otra puerta hacia lo desconocido. Y muchos
se aprovechan de ello, disfrazando sus intereses personales en arraigadas
costumbres, valores ancestrales y motivos de reivindicación del colectivo. Esas
raíces eliminan la autocrítica y cierran
el pensamiento.
Tienen suerte los desarraigados y los apátridas por no
servir ni tierra ni bandera. Allá donde van fijan su hogar, desarrollan sus
propias convicciones, y se relacionan con las personas sin prejuicios.
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