sábado, 29 de diciembre de 2012

Toros



Una de las facetas del ser humano más despreciables es su capacidad de hacer daño por placer. Es una retorcida ecuación donde el sometimiento al dolor y a la humillación del rival hace engrandecerse al verdugo, que se cree más poderoso, máxime si es ovacionado. Es una vertiente oscura que reside en nuestro fondo y de la que la razón se encarga de liberarnos.

Qué más da que el ritual se realice sobre otro ser humano o un animal. No hay nada que justifique este tributo al suplicio. No es una ceremonia religiosa como lo eran los sacrificios humanos, no es una metáfora de la vida como pretende ser el arte; la tauromaquia es simplemente una cruel técnica de matar en tres tercios: varas, banderillas y muerte. Solo el morbo y el riesgo sostienen ese espectáculo.

Pongamos los conceptos en su sitio, ordenemos las ideas, apliquemos coherencia. No se puede hacer una fiesta de una carnicería.


2 comentarios:

Anónimo dijo...

Los toros son parte de la cultura y será muy difícil prohibirlos.

Ledesoh dijo...

En nuestro forma de hablar hay expresiones racistas y machistas porque también son parte de nuestra cultura. No es cuestión de prohibirlo, sino que se trata de educación y respeto.