Tener secretos
dicen es jugar con fuego. Puede ser. Más de uno ha acabado traicionado por sus
propios secretos. Aun así los
tenemos y conforman la parte más intrigante de la vida.
Los secretos
son el pulso de las vivencias encontradas, repartidas y compartidas. La
existencia de los secretos
simplemente confirma nuestra propia dispersión como seres complejos.
El valor de un secreto
siempre tiene doble sentido. Por un lado están las personas a quienes les
ocultamos una parte de nuestra realidad y por el otro están aquellos con
quienes compartimos las experiencias prohibidas. Cuanto más importante es una de
igual rango ha de responder la otra. Los secretos
se entregan a quienes lo merecen.
Los secretos
que no se confían son silencios y se consumen en su interior.
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