domingo, 24 de mayo de 2015

Bromas


         La seriedad no está reñida con las bromas. Precisamente el sentido del humor va ligado al grado de inteligencia y encontrar el lado divertido de la vida demuestra también un conocimiento comedido de la realidad.

         Quien prepara una broma se arma en la premeditación tomando nota de los puntos débiles de la víctima y de alevosía para jugar siempre con ventaja controlando en todo momento la acción. Quien es objeto de la broma tan solo debe aportar ese toque de inocencia que le lleve al absurdo. Pero no siempre la broma respeta a su víctima. Denunciemos las bromas de mal gusto, esas que perjudican u ofenden, esas que llevan mofa o burla provocando la humillación pública. No son bromas y quien las gastan merece el rechazo de todos.
        
         El acierto de una broma habla de la calidad de las personas que intervienen. Porque detrás de ellas tiene que haber afecto y confianza para que diviertan sanamente. Por eso, cuando el que recibe una broma ríe más que el que la gasta, entonces diremos que eso sí ha sido una buena broma.


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