Algunas
personas creen que la solidez de una pareja se afianza sobre las afinidades que
comparten en común. Piensan que coincidir en gustos, inquietudes y tendencias
facilita mucho la convivencia, prolonga las buenas sensaciones e imprime estabilidad.
Puede que algo de razón tengan, pero desde luego no es el factor más
determinante.
Uno,
porque las almas gemelas no existen. Fueron inventadas por los astrólogos,
según afirma el psicólogo argentino Walter Riso. La gente no se da cuenta de
que esas coincidencias que cree encontrar en el otro no son más que sus propias
proyecciones. Y dos, porque en realidad se trata de episodios simultáneos o
paralelos que solo la teoría y la intención llevan a imaginarlos como ese firme
lazo capaz de mantener la unidad incluso en los momentos más difíciles.
Pero
solo superando con éxito las pruebas, aprendiendo de las experiencias y
reforzándose a base de entendimiento y comprensión se mantiene tan deseada
unión. Por eso, aquellos que en un principio se sentían tan próximamente afines si son incapaces de saber ponerse en el lugar del otro acabarán distanciándose en cuanto sus vidas evolucionen.
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